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sábado, 5 de julio de 2008

Geiranger, 3 días en el paraíso. Día 1

NOTA DEL AUTOR: Esta crónica del viaje tiene partes en cursiva, correspondientes a meras indicaciones en la ruta, que sólo serán de interés para aquellos que conduzcan. Sáltatelas si no estás en tu coche. PD: Todas las fotos son mías, y aunque no lo parezca, no volamos en helicóptero.
3 días en el paraíso, el título de esta entrada, podría parecer exagerado, pero no es así. Lo que mis ojos han visto en tan sólo unas horas no se puede resumir en palabras, fotos o vídeos. Es absolutamente increíble. Si uno fuera más creyente, y me tragase eso de la creación del altísimo, podría sin duda decir que se le escurrió la paleta de colores sobre Geiranger, dejando una fantástica mancha de belleza. También podría haber titulado "Lo mejor de Noruega en tan sólo 3 días", porque a pesar de no incluir en la ruta ni Oslo ni Bergen, hemos visto fiordos hasta salirnos por las orejas. Y unos paisajes que, a cada curva en las montañas, hacía abrir aún más la boca, caerse más la baba y dilatar las pupilas hasta el extremo.
Pero pongámonos en marcha. Partamos de que éste fue mi regalo de cumpleaños. Fue un viaje de martes a viernes, y el jueves, 3 de julio, celebraba mi 30 cumpleaños. Llevo unas cuantas fiestas a mis espaldas en los últimos meses, entre despedidas de solteros y demás (lo cual será mi próximo post), y como íbamos a estar sin niño cuatro días, dijimos: ¿Por qué no? E hicimos lo que siempre quise hacer. Casi sin planear, cogimos el coche, y sin reservas de ningún tipo, nos liamos a hacer kilómetros. Nada menos que más de 1.200 km por carreteras secundarias. (Digo casi sin planear porque este viaje le tenía yo ya planteado desde hace tiempo, pero lo de sin reservas sí es cierto. El único techo asegurado era el de nuestro Ford Focus familiar, con una trasera transformable en cama, pero la experiencia me enseñaría que es una cama para alguien que mida menos de 1,90). En este enlace, se puede encontrar el proyecto inicial de viaje, basado únicamente en información de Internet y mapas de carreteras. La experiencia lo ha mejorado mucho.
En este mapa, el cual sería nuestro único GPS a lo largo del trayecto, se observa, más o menos, resaltado en rosa el recorrido que realizamos. Todo el centro de Noruega en coche, con visita a Vestlandet (oeste del país).

Salimos de Solbergelva, a las 3 de la tarde. Pasamos por Drammen y tomamos la carretera E16, en sentido Oslo. Se atraviesa Oslo y se toma la carretera E6, sentido aeropuerto Gardemoen (dibujito del avión) y Lillehamer.

El viaje planeado para hoy es de 495 kilómetros, y teniendo en cuenta que la media en las carreteras noruegas es de 70 km/h, hace un total de 7 horas, más la pausa para comer, cerca de 8 horas, que es lo que nosotros tardamos. En noruega es fundamental respetar los llamados Fotobox (caja fotográfica), lo que son radares fijos, de los cuales ya he hablado en otro de mis posts. Allí ya incluía una foto de estos aparatos, lo cual es de mucha ayuda. También es de agradecer, que aproximadamente un kilómetro antes de cada "ojo", hay una señal con una cámara fotográfica que advierte de la amenaza. Si te pasas unos 10km/h, la gracia cuesta entre 3.000 y 4.000 kr (1€=8kr, 1kr=20pts), y el viaje ya se pondría por un pico nada más empezar.

La primera localidad de paso importante es Hamar, destacada por su pabellón deportivo conocido como "El barco vikingo". Es fácil entender el por qué cuando se ve desde la distancia, pues representa tal cual un bote vikingo boca abajo. Llegamos a Lillehamer, sede de los Juegos Olímpicos de Invierno en 1994, los cuales los españoles recordamos bastante porque estábamos con la resaca de nuestra Barcelona 02. Lillehamer tenía prevista una visita, pero entre que era un poco tarde, y que un villa olímpica de invierno, en pleno julio, pierde bastante, la pasamos de largo. Tan sólo merece la pena ver los saltos de esquí desde la distancia. http://www.lillehamer.com/

Al pasar Lillehamer empieza el despiporre de paisajes. Tiramos cerca de 30 fotos desde el coche. Más tarde tocaría borrar muchas, ya que las vistas mejoran a cada nueva curva. Paramos a almorzar a una media hora de Lillehamer, y, dios qué maravilla. Sacamos nuestra nevera, y las tostadas de pan con levepostei (paté), makrell con tomate (caballa) y huevos cocidos, saben mucho mejor cuando tienes delante montañas repletas de árboles, de esos que adornaron España allá por los reyes católicos. Seguimos el viaje al atardecer (en verano no anoche en Noruega, sólo "atardece"), y disfrutamos de una puesta de sol sobre una montaña nevada preciosa. Estas primeras nieves tendrían su foto, pero no serían nada comparable a lo que nos esperaba más arriba.Se sigue por la E6, en dirección a Trondheim. Al llegar a Dombås (que se pronuncia Dumbos, lo cual tuvo su consabido chiste estúpido), se abandona la E6 y se toma E136 en sentido Ålesund). Antes de llegar a Åndalsnes hay que tener cuidado, se debe girar a la izquierda por la carretera 63, donde hay un cartel que indica Trollstigen y Geiranger, pero hay que pasar por un pequeño puente por el que malcabe un coche. Parece imposible que sea un paso turístico, pero sí, lo es.

Seguimos avanzando. Ya son las doce de la "noche" y hay que buscar un sitio para dormir. Avanzamos hasta el último camping antes de llegar a Trollstigen http://www.trollstigen.no/ . Pero nosotros nos habíamos propuesto hacer una aventura de verdad y dormir en el coche. Llegó la primera sorpresa. Otra cosa a tener en cuenta. Cuando en Noruega veas una señal que ponga "peligro vacas", o "peligro alces", o "peligro cabras y ovejas", créetela, será verdad. Durante todo el camino se nos cruzaron multitud de animales, domésticos y no tan domésticos. Pero nuestras mejores amigas serían las vacas. Aparcamos en un sitio por el que nuestro cochecito le costó un montón e hizo salir humo del motor. Primero resultaba bucólico, escuchar los cencerros en lontananza, pero cuando estábamos dispuestos a sacar nuestra mesita de camping, empezaron a acercarse vacas. Y más vacas. Y más vacas. ¡Hasta once! Pero mejor que explicarlo, es ver el vídeo que grabamos.



Y claro, tuvimos que abandonar el lugar. Dimos marcha atrás hasta pasar la frontera de los animales. Esto es, rejas en el suelo que impiden que atraviesen. Ya es zona segura. Y realmente acertamos. Encontramos otro lugar inmejorable. Un llano para poner las sillas y mesa, un riachuelo de agua turquesa donde lavarnos, y una montaña con cascada donde relajar nuestros ojos. Fabuloso. Aquí hicimos nuestra particular cena. Comida nacional noruega: el pølse, lo que viene a ser el perrito caliente de toda la vida. Se calienta en el "engansgrill", barbacoa de usar y tirar, muy práctica e increíble que no se comercialice en España. Bueno, quizás no tan increíble si atendemos a nuestra tasa de incendios. Acompañamos tan "exquisito" manjar con un buen vino. Bueno vino por la hora y el lugar que era. En noruega es normal comprar cajas de tres litros de vino. Vienen con un surtidor y al principio yo era muy crítico con ello, defensor de la pureza del vidrio y el corcho, pero una vez en ruta, se valora lo práctico. Y es práctico tener siempre un par de copitas de vino con la cena.

Y de aquí, al coche. Buen consejo, no intenteis dormir en el maletero de un coche, por muy Stasion Vagon que sea.

1 comentario:

  1. la primera noche de por libre que hicimos maría y yo el año pasado también fue de por libre. en las lofoten, montamos la tienda de campaña en un rincón al lado del mar. así, sin más. una gozada.

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